Gladys Hernández Véliz madrugó por 35 años para ir a su trabajo en la unidad Policlínica del Seguro Social. Después de labrarse una reputación intachable ante sus jefes, compañeros y afiliados, se jubiló a los 70.

Dio sus primeros pasos en el área de Admisión donde ponía en práctica diversas formas de trato humano, como la empatía y la paciencia. Esas virtudes la llevaron a otros espacios de la unidad, como la de Apoyo. Luego, en la recta final de su trayectoria, fue designada para estar al frente del Archivo de Rayos X.

“Estuve ahí diez años. Mi responsabilidad sagrada era mantener al día mi servicio, pues recibía exámenes de Villa Nueva, Villa Canales, CAMIP, San Juan Sacatepéquez y otras unidades. El Instituto ha sido una gran bendición en mi vida”, compartió.

El gusto que doña Gladys demostraba en atender a los pacientes, además de su eficiencia, puntualidad y pulcritud, la catapultaron como un ejemplo para sus compañeros, a quienes, mediante una amistad fructífera, hizo conciencia sobre el compromiso con que se debe trabajar y el impacto que este tiene en los asegurados.

Tenemos el gran privilegio de ayudar a las personas y eso no tiene valor de dinero, sino del corazón

Así lo expresó la licenciada Karina Gómez, trabajadora social de Policlínica, quien relató que Gladys se marchaba hasta culminar las tareas del día y que fue un ejemplo de servicio y motivación.

“Me orientó en muchas situaciones que uno tiene que ir aprendiendo de la unidad. Siempre me tuvo paciencia y me recibió con una sonrisa”, recordó.

La experiencia enseñó a doña Gladys a ser compresiva con el dolor del prójimo, por lo cual recomendó a las nuevas generaciones del Seguro Social escuchar las necesidades de los afiliados, conversar con ellos y proponer soluciones.

“Trabajen para nuestro Señor Jesús, es nuestro Creador y quien nos guía. Tenemos el gran privilegio de ayudar a las personas y eso no tiene valor de dinero, sino del corazón”, concluyó.